Me considero un “gourmet” del fútbol. Me gusta el “jogo” bonito no importa de donde venga, en estos tiempos me deleito viendo al Barcelona pero no por mi paisa Rafa Márquez, sino por que no es fácil encontrar en estos días equipos que da gusto verlos, en que el objetivo de cualquier juego son los resultados y en segundo término el juego “arte”.
Hay una máxima en psicología que dice: “El comportamiento refleja la personalidad”, en otras palabras; por nuestra manera de jugar fútbol es posible deducir nuestra personalidad. Eso quedó demostrado en la primera copa América (Ecuador ’93) que jugó México, Se enfrentó dos veces con Argentina; en la primera ronda y en la final. (Y como no lo voy a recordar si hasta me escapé del trabajo sin permiso para ver la final Mex-Arg y me regañaron). Pero no me arrepiento por que aprendí mucho de esos dos encuentros. Que pena que no los grabé para poder analizarlos un poco más.
¿Cómo puede un equipo jugar dos veces tan diferente contra Argentina con pocos días de diferencia? En la primera confrontación México jugó con actitud desenfadada, alegre, inspirados, la predisposición mental general era: “Me vale madres si pierdo, yo vengo a jugar!”. Quedaron empatados 1-1, pero en calidad de juego México fue muy superior. En el segundo juego, o sea el partido de la final, salieron engarrotados, nerviosos, como “fuera de lugar”, aquí la predisposición mental que percibí del equipo era: “Que hago aquí? No lo merezco!”
Han pasado casi 15 años de aquella primera Copa América en que participamos y tal parece que seguimos por el mismo rumbo. En los partidos cruciales se nos “frunce el yoyo”, necesitamos un cambio de actitud hacia nosotros mismos de “sentirnos cabrones” en los momentos decisivos, una actitud “argentinizada” como la de Hugo Sánchez. Los argentinos al igual que los mexicanos tienen buen nivel de fútbol, pero hay ocasiones en que por equis causa ambos equipos se ven superados por el rival. La diferencia está en la reacción que tienen ante la adversidad.
Buscando y tratando de encontrar la raíz de nuestro bajo nivel de autoestima, he llegado a la conclusión (tal vez descabellada y errónea) de que tenemos un racismo tácito contra nosotros mismos, por creer que el indio o mestizo es una raza inferior. Y tal vez por eso el argentino tiene un alto nivel de autoestima, por que es de raza blanca europea y de ahí su aire a veces de arrogancia, se siente superior. (El conquistador y el conquistado).
Que conste que no tengo nada en contra de los argentinos y menos contra las argentinas que son tan preciosas, le mando un saludo a mi diosa de la belleza Dorismar!
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